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YO, MARUJA: NO, GRACIAS
Definición de Maruja: persona que se pasa buena parte del día hablando por el deslunado a voces con las otras marujas, entre sus máximas preocupaciones se encuentra: que la casa esté bien limpia y ordenada, la comida esté a su hora, los niños vayan al cole muy guapos...
Una de las primeras asociaciones que, por desgracia, aún hacen en la mente muchas personas (sean hombres o mujeres) al tratarse de una mujer es: AMA DE CASA, MADRE, ESPOSA..., y hacemos esta asociación (me incluyo, que es lo peor), de manera natural y espontánea, hasta tal punto que si una no alcanza con creces este status de buena ama de casa, madre y esposa del que hablaba antes, parece que esté traicionando de alguna manera a su propio sexo, y que, por lo tanto, no sea digna de haber nacido mujer.
A parte de esto, cómo no, te está permitido también (eso sí, sumado a lo anterior y en una categoría no tan bien valorada): ser una buena profesional. No obstante, sin desatender tus otras tareas u obligaciones domésticas que se supone son intrínsecas a tu sexo.
Gracias a Dios (o a quien sea) las cosas están cambiando, poco a poco pero están cambiando. Y es que las mujeres también queremos realizarnos plenamente y en todos los sentidos como personas, y, por supuesto, tener los mismos derechos que los hombres (no olvidemos que no somos ni mejores ni peores, pero que sí somos iguales). Por este motivo queremos con razón entrar en iguales condiciones y por méritos propios en el mercado laboral. Aún hay injusticias (todo hay que decirlo) como que cobremos menos que ellos desempeñando las mismas funciones; que halla todavía sectores o empleos que sean considerados solo de hombres y no se contraten, por tanto, a mujeres; que ocupemos menos puestos directivos, o que cuando, por fin y como están las cosas, nos decidimos a ser madres: si no estamos fijas, directamente y por arte de magia no se nos renueva el contrato, y si, por el contrario, lo estamos, nos conceden lo que es nuestro: baja por maternidad, reducción de jornada..., pero siempre a regañadientes y como diciendo en su fuero interno o no tan interno: me he equivocado tenía que haber contratado a un hombre.
Como conclusión: en el trabajo tenemos que luchar el doble para conseguir simplemente lo mismo o la mitad que consiguen ellos sin tanto esfuerzo.
En fin visto lo visto, todavía nos queda mucho camino por recorrer. Pero, como ya decía antes, las cosas están cambiando. No en vano, el trabajo ha pasado gracias a Dios (o a quien sea) a ser también una de nuestras prioridades, porque entre otras cosas nos ayuda a realizarnos y, sobre todo, porque nos da o nos proporciona esa libertad tan soñada, tan necesitada, que, entre otras cosas, nos hace libres de y para tantas cosas, que simplemente no pensamos renunciar a ella, sino, por el contrario, seguir adelante cueste lo que cueste.